jueves, 25 de enero de 2007

HISTORIA.

“Ballet Pucará”

Los inicios del “Ballet Pucará”, parten en el Instituto de Educación Física de la Facultad de Educación de la Universidad de Chile. En calle Morandé, donde ahora funciona la Escuela de Teatro. Allí se forma Ricardo Palma como profesor de educación física y de danza folclórica.
En el año 1960 forma parte del elenco del Conjunto Cuncumén junto a Víctor Jara y Rolando Alarcón. Luego, Claudio Lobos lo convoca para preparar un montaje de gran magnitud, se trataba de los festejos de fiestas patrias de la radio Portales con 60 bailarines en la Plaza de la Constitución y un programa a transmitirse durante todo el mes. Los periodistas a cargo son Arnoldo Late y Víctor Labarca. Palma trabaja arduamente y el evento se lleva a cabo con un éxito que deja gusto a poco. Late y Labarca proponen dar continuidad al conjunto y se bautizan como Loncura .Ricardo Palma ya ha iniciado la búsqueda de una hebra creativa auténtica. Presencia anonadado a un grupo yugoslavo llamado Lado y se entrevista con el coreógrafo europeo. Afirma su convencimiento de que se debe saber tanto de raíces como de gimnasia moderna, ballet clásico o acrobacia circense en ese momento "Sentí que se me abrió el mate”.
Al día siguiente fui y empecé a experimentar, a soltar la imaginación. Pedí a los músicos que repitieran hasta el infinito el fraseo de La Trastrasera (pero sin cantar el "Mariquita dame un beso...''). Y empecé a dirigir a ocho niñas. Trastrasera (pero sin cantar el "Mariquita dame un beso...''). . Trastrasera (pero sin cantar el "Mariquita dame un beso...''). Y empecé a dirigir a ocho niñas.
El resultado fue "Norte a Sur", montaje compuesto por ocho danzas: Trote, cachimbo, sajuria, sajuriana, trastrasera, pericona, resbalosa, y la invención de la cueca del hombre solo. La crítica aplaudió el espectáculo, pero Palma seguía sintiendo que algo estaba incompleto. Buscaba un hacer folclórico que actualizara las tradiciones, que desde el pasado diera cuenta del ahora.
Otra obra vio la luz rápidamente. Con una partitura propia, "El desafío" ahondaba esta senda de experimentación dancística .Después de la Feria del Mar, el Loncurahue se desintegra. Claudio Lobos forma su propia agrupación, el Aucamán. Palma reúne a la mayoría de los que venían trabajando con él y nace el “Ballet Pucará”.
Como un segundo pilar del conjunto, se suma Marcelo Sepúlveda. De ahí para adelante la historia será la de un volcán. Emanaciones cargadas de fuerza expresiva salidas de la entraña misma de la tierra.
El año 1964 El “Ballet Pucará” participa en la Feria de las Artes Plásticas, organizada por la Municipalidad de Santiago en el Parque Forestal. Allí, Carlos Hevia, director artístico del Teatro Municipal, los ve y les ofrece abrir la temporada de 1965 en el tradicional edificio de calle Agustinas. Para la importante ocasión, la muestra debía cubrir dos horas. Entre "Norte a Sur" y "El desafío" sólo llegaban a la hora y media.

Enfrentados a esta situación, Sepúlveda y Palma tomaron "La muerte de Pedro de Valdivia", del "Canto General" de Pablo Neruda, y la hicieron traducir al mapudungún. "Machi Purrúm" fue una locura. La crítica la alabó y la despedazó de igual forma. La protagonista voz de Ingrid Hecker, cantante operática (que años más tarde trabajará con Paul Mc Cartney, iniciará la investigación sobre Víctor Jara en Gran Bretaña y volverá a enseñarle música a Horacio Salinas, de Inti- Illimani), dejó a todos alelados. Se habló de poca rigurosidad.

Lo cierto es que la coreografía se planteaba como una creación sobre los elementos mapuches entregados desde el poema. No pretendía ser una re-creación de los bailes indígenas: "Con qué cara vas a danzar un ritual que no es tuyo, es fácil y tonto trasladar a un escenario un Guillatún", explica Palma. La senda del grupo por entonces está clara. El siguiente montaje, "Akisiña" (El encuentro), es un homenaje bailado a las manifestaciones del sincretismo religioso nacional. Nuevamente el Teatro Municipal abre sus puertas a un espectáculo alejado del acartonamiento de sus palcos.
El Pucará se queda como conjunto estable y la opción madura. Con el mismo sentido, Palma se decide a poner pasos y figuras a la “Cantata de Santa María de Iquique”.
El 1º de mayo -día del trabajador- de 1971 se estrena esta pieza en el Teatro Municipal. Patricio Bunster (del Ballet Nacional) y Rodolfo Reyes (del teatro en cuestión) elogian y aplauden. La combinación de Luís Advis en la letra, Quilapayún en la música y Pucará en la danza, fue un absoluto golpe a los defensores de las tradiciones nacionales que atrincherados en el academicismo obtuso veían con pavor el fortalecimiento de la cultura popular .Eran álgidos años de experimentación en el arte, la sociedad, la política y en todos los terrenos. La cantidad de actividades culturales que se realizaban podría llenar páginas de elogios y críticas. El país bullía. En 1972, Pucará participa en Festidanza (certamen realizado en Arequipa, Perú) y gana. Luego, invitado por Orlando Letelier, presenta la Cantata en Estados UnidosSentíamos que estábamos metidos en un volcán, la cantidad de cosas que se creaban en esos momentos, en todos los sentidos había mucha creación", recuerda Palma. El Ballet se consagra. Toman clases de mímica (con Enrique Noisvander), de danza clásica (con Edgardo Hartley), de expresión corporal (con Rayen Méndez). Sus filas suman 70 personas que viajan por todo el país. Más de 300 funciones, temporadas al aire libre. Todo se va a acabar, con el golpe deL 73.
Para el Pucará la diáspora no significó la muerte inmediata, pero sí el inicio de una agonía que se extiende hasta hoy. El grupo "Los Huasos Quincheros", adalides de la cultura del régimen militar, hizo de mediador con el amplio circuito artístico nacional. Benjamín Mackenna obliga a Palma a cambiar el nombre del conjunto. Pucará está prohibido. Se vetan también todos sus montajes, salvo "Norte a Sur".

Bajo el nombre de "Antupai" el grupo comienza una época de gitanismo. Se presenta sólo donde "Los Huasos Quincheros" lo invita. Por ejemplo, se da la paradoja de que viaja al Mundial de Fútbol de Alemania 1974 y es recibido como representante del Chile dictatorial. Lo abuchean.
Hacia 1980 los ex Pucará no son más de 10 personas. El retorno de Marcelo Sepúlveda en 1982 (exiliado en Cuba) va a dar un nuevo impulso. El clima nacional también es otro. Crisis económica y protestas callejeras hablan de un país nuevamente bullente. El Pucará reaparece para el cumpleaños número 20. Apoyado por la Comisión de Derechos Humanos, algunas embajadas europeas y sectores de la iglesia, consigue espacio en sindicatos y poblaciones. Llega a arrendar el Teatro Cariola.

El padre Eugenio Pizarro los acoge en la Parroquia Santa Filomena. La iglesia le encarga al ballet una Cantata por los Derechos Humanos. Se hace. Y la siguiente pieza es "La población", de Víctor Jara. Los nuevos bríos tienen su clímax con el festejo del retorno de la democracia. Pero no va a durar mucho. Tras intentar, durante casi un año entero, conversar con el entonces alcalde de Santiago Jaime Ravinet, para ver la reincorporación de un Ballet Folclórico en los cuerpos estables del Teatro Municipal, el Pucará se va a Matucana, a un espacio dentro de la Quinta Normal donde el Quilapayún Willy Oddó ensayaRicardo Palma se siente desilusionado, pero sigue luchando por reinstalar al Pucará. Lo expulsan de la Quinta Normal. “La Cantata de Santa María de Iquique” es una marca pesada. El grupo se desperdiga y la CUT le presta su sede, corre 1998. La itinerancia e inorganicidad crece. En calle Curicó se hacen los últimos ensayos, en la Corporación Pedro Aguirre Cerda (donde hoy funciona el Teatro Don Pedro, sede habitual del dramaturgo Juan Rodrigan y compañía).

Actualmente, Ricardo Palma gestiona la posibilidad de obtener un espacio para el ya mítico Pucará. ¿Su idea? que vuelva a erupcionar el volcán creativo que siempre fue.